Patrimonio de los españoles

Dos elecciones generales y cientos de millones de euros después, esperamos todos tener un gobierno estable, un gobierno que defienda los intereses de los españoles, pero.. ¿De verdad debemos dejar todo en sus manos, las del gobierno y la oposición?

Obvio es que ellos ostentan el poder de legislar, la capacidad de llevar a buen puerto las propuestas de cada diputado, de cada partido, pero los políticos al final no lo son todo.

Muy divididos han quedado los escaños para alegría de aquellos que opinan que era imprescindible acabar con el bipartidismo. No sonaba mal, sin embargo la ruptura de esto que ya era costumbre ha tenido un precio y no precisamente barato. Hemos quedado sometidos a los egoísmos personales que nos llevaron a las segundas elecciones, al «todo vale» por acabar con lo que a mí no me gusta aunque tenga que buscar apoyo y cobijo en el extremismo, faltando el respeto apoyándose en los insultos, acabando con los valores que nacieron de la  Constitución en forma de colaboración y cooperación por España,  enfrentando ideales y en ultima instancia, a las mismas personas.

Se le ha otorgado el máximo poder a los políticos, ojo, que no a la política. Parece que más allá no existiera nada, gran error.

Quienes constituimos España somos los españoles, los mismos que debemos ver reflejada nuestra opinión en nuestros representantes, los políticos. La política es el medio para lograr esto, sin embargo nos hemos desentendido de ella, hemos prestado atención a cada político, encumbrándolos y hundiéndolos, buscando algunos un salvador que arreglara la mala situación de España en un par de días y denostando aquel que los medios nos decían. Pero vuelvo a lo mismo: España somos los Españoles.

Claro, nos hemos limitado a votar, pensando que sólo en eso consiste la democracia. Bueno, a eso y a quejarnos de lo que votamos, discutiendo con el argumento del «y tú más», pero sin hacer nada por solucionarlo. En realidad estamos más a gusto sentados en el sofá atendiendo a la prensa rosa quejarse de cuatro chorradas, viendo informativos que en algunos casos nos desinforman, sin preocuparnos de contrastar información, ignorando la cultura que nos rodea, pasando por alto que eso será nuestro legado, un patrimonio que comenzamos a perder por la raíz de todo esto, que no es más que el egoísmo, egocentrismo y odio que encontraremos en algunos de los que se encuentran representándonos con un acta de diputado y ante lo cual no reaccionamos.

Pero, ¿Qué hace la sociedad por cambiar esta pésima y lamentable situación?

Con sociedad no me refiero a los cuatro que por medio del populismo y sobre en mano (que a saber la procedencia) cogen un megáfono y cuatro banderolas por persona, me refiero a esa gran mayoría silenciosa que aún cree y defiende los valores de España.

Se puede actuar, partiendo de uno mismo, denunciando la corrupción y las injusticias, movilizándonos como la sociedad fuerte y unida que podemos ser, aunque ciertos personajes traten lo contrario. Por medio del diálogo hay que mostrar a los políticos que ellos solos no son España, que España somos todos los españoles y que no queremos confrontaciones sino un futuro por el que trabajemos unidos, amparados por la libertad que implica ser español, sin estar condicionados por separatistas o actitudes dictatoriales que algunos importan de una URSS que, si hubieran abierto en su vida un libro de historia, sabrían lleva unas cuantas décadas más que muerta.

Defendamos lo que somos por nosotros, nuestro futuro, por el futuro de los nuestros y de las próximas generaciones, que se merecen una España decente y porque lo último que deberíamos querer, es que esas generaciones futuras se avergüencen de nuestra inutilidad: la de los políticos, la de la sociedad y la de cada uno de nosotros como espectadores impasibles ante este esperpento.

La dictadura de lo políticamente correcto

“Señoras y señores, estimados homosexuales, estimadas lesbianas, estimados andróginos, estimados géneros fluidos,estimados transgénero…”  así comenzaba su intervención un parlamentario regional alemán, Steffen Körniger, el pasado mes de Junio, en el Parlamento de Brandeburgo, cuando se discutía una Ley sobre ideología de género. Y así continuó hasta sesenta modalidades diversas.Antes de empezar quiero dejar claro que comparto el objetivo de superar las discriminaciones injustas que se han cometido a lo largo de la historia contra las personas que hoy denominamos LGTBI.

Volviendo al discurso de este parlamentario alemán, que exageró este inicio para llamar la atención de hasta dónde puede llegar lo absurdo y ridículo del planteamiento de la ideología de género. Parece que hemos pasado de discriminar a la excepción y a la minoría, dentro de lo que de forma natural somos, hombre y mujer, y sentirnos como tal, a querer convertir una sociedad con infinita variedad de posibilidades de tendencias sexuales, o lo que es lo mismo una sociedad sin distinción de género puesto que cada uno podrá ser lo que en ese momento su instinto le ordene.

Es evidente que para esta nueva «perspectiva de género», la realidad de la naturaleza, incomoda, estorba, y por tanto, debe desaparecer. No se deben hacer distinciones porque cualquier diferencia es sospechosa, mala, y ofensiva. Dicen además que toda diferencia entre el hombre y la mujer es construcción social y por consiguiente tiene que ser cambiada. Buscan establecer una igualdad total entre hombre y mujer, sin considerar las naturales diferencias entre ambos, especialmente las diferencias sexuales; más aún, relativizan la noción de sexo de tal manera que, según ellos, no existirían dos sexos, sino más bien muchas «orientaciones sexuales”

Si bien el feminismo en sus inicios reclamaban derechos y reconocimientos totalmente legítimos (cosa que actualmente no ocurre, pero no voy a entrar en esto ahora) por el contrario la ideología de género lo que persigue, como toda ideología, es imponérsela a los demás. Los resultados los estamos viendo en la reciente “Ley 3/2016, de 22 de julio, de Protección Integral contra la LGTBifobia y la Discriminación por Razón de Orientación e Identidad Sexual en la Comunidad de Madrid.” Y seguramente en la futura ley de la Junta de Andalucía que en estos días se está debatiendo.

Con esta ley pasamos de castaño a oscuro, porque lejos de ser una ley antidiscriminación lo que hace es discriminar, señalar y multar a los que no se unan o compartan el pensamiento único y totalitario de la ideología de género. Es decir, si yo soy un profesor de un colegio y un niño de 8 años que se llama Carlos decide que a partir de hoy se va a llamar Carlota, si no la llamo Carlota puedo ser sancionado por discriminación. Este niño podrá cambiarse de sexo sin ni siquiera la autorización de sus padres. Es ridículo y perverso.

Es una ley que atenta contra la libertad de pensamiento, de expresión, religiosa y de educación.Todas ellas pilares de nuestra democracia.
¿Qué partidos comparten esta ideología? Desgraciadamente todos los partidos del arco parlamentario. Desde el PP hasta Podemos pasando por los independentistas. Y no parece que esto vaya a cambiar, todo lo contrario, parece que hay una lucha por conseguir el favor del lobby.

“No existe el derecho a un matrimonio homosexual” esto no lo digo yo, lo dice el Tribunal de Estrasburgo (Tribunal de Derechos Humanos (1)). Pero esto para el lobby LGTBI le da igual porque para ellos lo importante no es el matrimonio, esto da igual, eso ya está de sobra superado, lo importante es el “reconocimiento”, es decir, la imposición de un pensamiento único. Como dice Iker Jiménez Se ha hablado mucho de la censura, hoy en día qué peor cosa que te digan la palabra censor.(…) Curiosamente la censura, oficialmente, para la prensa ya no existe, aunque hay otro tipo de censuras, pero no solo para la prensa (…). La nueva censura es lo políticamente correcto”. Hoy lo políticamente correcto es comulgar con las posturas de la ideología de género. Y respetar al otro, tratarlo con la misma dignidad que a cualquier otro, no significa que no me pueda quejar que se destine dinero público a los cambios de sexo, o que a mis hijos se les adoctrine con una determinada ideología. Que yo no esté de acuerdo en llamar matrimonio a una pareja homosexual, no quiere decir que yo sea un homófobo.

Hace unos días me contaba un amigo que Facebook le había bloqueado el perfil durante 24h y amenazado con cerrárselo, porque subió un video de una entrevista, donde se protestaba por una campaña de El Corte Inglés en la que aparecía una pareja homosexual con un niño. Hace tampoco mucho tiempo se levantaba la bandera de la “libertad de expresión” para defender a la revista Charlie Hebdo y ahora esto no es libertad de expresión.

Pues bien ante esta dictadura de la ideología de género qué podemos hacer. Pues como dijo el  Papa hace unos días también “Hay una guerra mundial contra el matrimonio y el mayor enemigo es la ideología de género” (2). Y como siempre las batallas se ganan luchando, cada uno con sus armas, pero desde luego, en el sofá viendo la tele poco vas hacer. Si quieres ser libre y poder expresar tus ideas sin que te juzguen, te insulten o incluso te multen, tendrás que hacer frente a esta dictadura.

Despierta… Ya!

(1) http://www.urgente24.com/254820-el-matrimonio-homosexual-no-es-un-derecho-humano

(2) http://infovaticana.com/2016/10/01/papa-advierte-una-guerra-mundial-matrimonio-mayor-enemigo-la-ideologia-genero/

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¿Qué significa ser patriota?

La patria se define como la tierra natal o adoptiva que está ligada a una persona por vínculos afectivos, jurídicos y/o históricos. Pero esto no nos dice demasiado y se debe a la ausencia de un elemento que distingue la patria de la nación: la emoción, si, ese estado afectivo innato en el ser humano, que no está para ser definido con palabras, sino para ser experimentado. Algo similar sucede a la hora de distinguir la casa y el hogar, pues mientras que la primera podría definirse como “construcción cubierta destinada a ser habitada”, para aproximarnos mejor al concepto de hogar, deberíamos hacer uso de las acertadas palabras de aquel escritor romano del silgo I “El hogar está donde habita el corazón”.

La patria son nuestros padres, nuestros abuelos, la educación que hemos recibido, las tradiciones que hemos continuado, los valores que defendemos y la lengua que hablamos. Es la parte de nosotros de la que siempre deberíamos estar orgullosos, y no porque sea perfecta o carezca de errores, sino porque es la que nos incita a ser mejores, a dejar el listón tan alto como nuestros antepasados para darle a nuestros descendientes un mundo cada vez mejor. La patria forma parte de nuestra identidad, es la madre que nos vio crecer, la que nos levantó caída tras caída y estuvo ahí apoyándonos cuando no podíamos más.

“Ama siempre a tu prójimo, más que a tu prójimo a tus padres, más que a tus padres a tu patria, y más que a tu patria solo a Dios” San Agustín.

También fue este santo quien afirmó que “la medida del amor es amar sin medida”, frase que traigo a colación para afirmar rotundamente que amar hasta el extremo no es malo, pero si lo es confundir con amor, algo que no lo es. Hablo del nacionalismo, eso que siempre se ha definido como un patriotismo extremo, cuando no podía estar más lejos de serlo. El patriotismo es el amor a la patria, a sus valores y creencias, a su gente y a su historia. Es el deseo irrefrenable de mejorar día tras día, no para ser mejor que nadie, sino para avanzar siempre en la correcta dirección.

El buen patriota en una batalla luchará por defender lo que tiene detrás, porque lo ama, y no porque odie a lo que tiene enfrente, ese es el nacionalista, aquel que está cegado por la rivalidad y el resentimiento, aquel que teme a los que son diferentes a él y decide combatirlos de manera oculta tras el escudo de una supuesta nación, que termina siendo únicamente el reflejo de un egoísmo compartido.

 

Doble rasero en la facultad de Derecho.

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Hace poco más de dos años, la Asociación Despierta invitó a Santiago Abascal a dar una conferencia en la facultad de Derecho de la Universidad de Sevilla, sobre la unidad de España, en calidad de Presidente de la Fundación DENAES (que no en representación de Vox), para lo cual se reversó –y pagó- un aula en dicha facultad. Apenas tres horas antes de la conferencia, el Decano de la facultad llamó a Javier Navarro (Presidente de la Asociación Despierta) para indicarle que dicha conferencia no se llevaría a cabo, a lo cual se respondió que estando ya todo preparado (viaje realizado, público informado, aula pagada…) no había marcha atrás, así que, efectivamente, llegado el momento, y ante la continua negativa del Decano de ceder el espacio reservado por Despierta, Santiago Abascal tuvo que dar su conferencia en los pasillos de la facultad, ante un público desconcertado por la situación pero decidido a asistir al acto.

Los motivos alegados por el Decano –y expuestos detalladamente en una Junta de Centro a los pocos días- fueron que desde el Decanato no se iba a autorizar actos de contenido estrictamente político (lo cual no era el caso), pues “la facultad de Derecho de la US no es una trinchera política”.

Pasaron los meses y a más de una personalidad política se le permitió participar en conferencias en dicho centro, en tanto que no suponían “mítines políticos” en sentido estricto, lo cual dejaba entrever una aplicación desigual de los requisitos del Decano, donde no podíamos hacer otra cosa que resignarnos.

Lejos de quedarse aquí la cosa, esta mañana el Decano ha ido más allá enviando un correo a todos los alumnos de su facultad, invitándoles a asistir a la mesa redonda del ciclo “Universidad y Política” que tendrá lugar la semana que viene en dicha facultad y que contará con la participación de la Secretaria General de Podemos Andalucía (Teresa Rodríguez) y la Presidenta del Grupo Parlamentario Podemos Andalucía (Carmen Lizárraga). ¿Acaso no versa este evento sobre la política que él tanto censuró en la facultad de Derecho? ¿Se estarán aplicando criterios diferentes según la ideología o partido político del ponente? ¿Por qué se ensalza a algunos y a otros se calla? Desde la asociación Despierta no vamos a parar hasta encontrar todas las respuestas.

La política es le medio y tú, la solución.

El precio de desentenderse de la política, es ser gobernado por los peores hombres

En el actual estado de vacilación política en el que nos encontramos, donde no sabemos qué tipo de Gobierno dirigirá nuestro país los próximos 4 años –ni si tendremos que volver a las urnas en cuestión de meses-, parece que la política se ha convertido, de una forma u otra, en el tema central de toda conversación entre los jóvenes. Hace poco más de un año, solo unos pocos valientes se atrevían a opinar abiertamente sobre sus ideas políticas, no obstante, hoy en día todo el mundo se aventura a hablar de ello, en un ambiente más o menos distendido ¿Acaso la política se ha hecho más accesible? Aunque con muchos matices, podría responderse que sí.

La aparición de nuevos partidos políticos en Ayuntamientos y Parlamentos, han tenido mucho que ver, al demostrarnos que los cambios son posibles siempre que tengamos el coraje suficiente para luchar por nuestras ideas, con determinación y constancia. Aunque no podemos darles a ellos todo el mérito, pues han sido  los casos de corrupción que han salido a la luz estos últimos años, los que han generado el “caldo de cultivo” necesario para que todas las personas que permanecían calladas, decidieran romper su silencio.

El acercamiento de los ciudadanos a la vida política es algo fundamental en la democracia en la que nos encontramos, donde confundimos “participación política” con ir a votar cada 4 años. Somos responsables de gran parte de los problemas que estamos sufriendo, pues como ya dijo Platón, El precio de desentenderse de la política, es ser gobernado por los peores hombres. La participación ciudadana es una empresa que nos concierne a todos, ya que, de una manera u otra, nuestro futuro siempre se verá condicionado por las decisiones de nuestros representantes –pues para eso están-, y no podemos permanecer impasibles ante ello, tenemos que apoyar sus buenas decisiones e incentivarles a seguir por el camino correcto, a la par que denunciar sus comportamientos reprobables cuando así fuera necesario. Vivimos una crisis económica, migratoria, política y en general, de valores, que requiere de personas valientes y bien formadas que estén dispuestas a luchar por el bien general y darle la vuelta a la complicada situación en la que nos encontramos.

Hace apenas unos días concluía la XIª Simulación del Parlamento Andaluz, donde jóvenes andaluces esparcidos por universidades de toda España, se reúnen durante 5 días con el único fin de vivir en sus propias carnes el día a día de un parlamentario andaluz. Plenos, comisiones, debates, muchas votaciones y algún que otro caso de corrupción, tuvieron cabida en esta actividad. En este ambiente de compañerismo, empatía, formación y respeto, hemos visto a jóvenes comprometidos con la política y el futuro de sus compatriotas, que nos hacen ver que en España aún hay esperanza, incluso para la clase política.